Todo el día y parte de la noche colocando mis cosas, luego jamás recuerdo donde he puesto lo que necesito, y vuelta a empezar.
Puede ser por la edad, o quizás siempre he sido así, pero al segundo de soltar algo de la mano sin darme cuenta se me plantea el problema de encontrarlo.
Actuamos por instinto, compulsivamente, sin saber el por que, y nuestro cuerpo hace lo que le da la gana sin que nuestra mente controle ni recuerde el motivo de hacer lo que hacemos.
Algunos días es que no puedo parar, muevo las cosas de un lugar para otro tratando de hacer sitio y el sitio no se agranda, o si hago el propósito de tirar o regalar algo, después de hacerlo inmediatamente compro un nuevo chisme que ocupa el lugar que había quedado expedito.
Vuelta a empezar, donde coloco la última Tablet, el último Smartphone, que hago con el antiguo, lo guardo, lo tiro, lo regalo, y así puede uno coleccionar cuatro, cinco, seis, o quien sabe dependiendo del capricho del sujeto, yo o tu, y las posibilidades que tenga.
Berlín |
Llevo un año, mas o menos, coleccionando chismes electrónicos que me fascinan, a cual más. Y la industria del consumo no para, cada seis meses la pijada mayor que uno imagina enseguida queda superada por otra nueva. Y así un no parar.
Años ha los aparatos duraban media vida. Comprabas una tele y te duraba quince años, hoy cuatro o cinco a lo sumo, los electrodomésticos podían tirarse veinte años sin renovarse. No digamos un aparato de radio o un reproductor de video o cintas de música, ahora dejaron de existir.
Me da la sensación que he vivido lo inimaginable en electrónica y tecnología, y cada cual pugna de alguna manera para no quedarse atrás.
Son las doce de la noche, me da tiempo a colocar alguna cosa más y veré si puedo prescindir de algún aparato.
De buena gana prescindiría de todos y me iría a vivir a un lugar aislado de tecnologías, rodeado de árboles, o el mar, y que no hubiera posibilidad de comprar nada más que comida.
Dresden |
emi
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